martes, 22 de mayo de 2012

Joaquín Gutiérrez


La aparición en la Nueva Granada, hacia la segunda mitad del siglo XVIII, de una pintura con una temática algo diferente y un colorido más cálido, rompe parcialmente con aquello que distinguió a la del siglo anterior, caracterizada por ser una mezcla de equilibrio renacentista, el claroscuro y una tímida asimilación del dinamismo y la ampulosidad del barroco. Sólo en unas pocas obras neogranadinas y americanas aparecen composiciones diagonales, trapezoidales o triangulares, en general irregulares, de líneas curvas caprichosas, de marcado dinamismo y que además llevasen ese sello de triunfalismo, de ostentación y teatralidad del barroco que presenta la pintura, la escultura, la arquitectura, la música y las letras en los primeros años del siglo XVII en casi toda Europa, fuente de donde tomaron inspiración los artistas y escritores en la América española. Algo más notoria que en la pintura, en nuestro medio, fue la influencia en las letras, como es el caso de Hernando Domínguez Camargo, y en la escultura, la aparición de la obra de Pedro Laboria.
Así, pues, en el XVIII la pintura no rompió  definitivamente con lo que se venía produciendo, ya que muchos de los motivos se repiten, simplemente variando su colorido y luminosidad, aunque sin adoptar tampoco todas las características del rococó: este es el caso del pintor Joaquín Gutiérrez, cuya vida, obra, formación e influencias se conocen medianamente.

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Virrey Manuel de Guirior.Oleo de Joaquín Gutiérrez, siglo XVIII.
145 x 105 cm.
Museo de Arte Colonial, Bogotá.
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María Tadea González Manrique del
Frago Bonis, marquesa de San Jorge de Bogotá.
Oleo de Joaquín Gutiérrez.
142 x 100 cm.
Museo de Arte Colonial, Bogotá.























No se sabe con exactitud de dónde procedía su familia, ni el lugar y fecha de su nacimiento, el que se deduce debió ser hacia la segunda década del XVIII, pues las primeras obras que se le conocen fueron ejecutadas en 1750; su fecha de muerte se sitúa en los primeros años del siglo XIX. Sabemos de él que se formó con un supuesto discípulo o seguidor de Vásquez Ceballos, el maestro Nicolás Banderas, cuya obra no se ha podido aún establecer, y de quien fue igualmente discípulo el bogotano Bernabé de Posadas, aficionado a pintar diablos y espantajos, autor de un cuadro de San Miguel y el diablo; y del Espeluco de las Aguas, en el que representó el castigo de lo alto impuesto por su irrespetuosa vanidad a una mujer cuya preciosa cabellera se transformó en un enredijo de serpientes; a este mismo se le atribuyen los cuadros de la serie sobre la Vida de San Nicolás de Tolentino que se conserva en el convento del Desierto de la Candelaria y los cuadros del Apostalado de la iglesia de la Tercera en Bogotá.
Gutiérrez, a quien se ha conocido como "el pintor de los virreyes" por ser este grupo de retratos una de las partes más conocidas y vistosas de su obra, y a la que con poco conocimiento de la totalidad de ella se ha dado mayor importancia, tiene sin embargo un buen número de lienzos de temática religiosa, que en algo nos recuerda a los artistas del siglo XVII, razón por la cual decíamos al principio que su pintura no representa un total rompimiento con la temática del siglo anterior. Unos cuantos cuadros de este carácter son casi réplicas de algunos de Vásquez Ceballos, aunque con la expresión, técnica y colorido propios de Gutiérrez, que asimiló algo del nuevo estilo del rococó originado en Francia, siendo por ello considerado como el principal precursor de esta tendencia pictórica en Colombia.
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Virrey Sebastián de Eslava.Oleo de Joaquín Gutiérrez.124 x 90 cm.Museo de Arte Colonial, Bogotá.




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Virrey José Solis Folch de Cardona.Oleo de Joaquín Gutiérrez.142 x 100 cm.Museo de Arte Colonial, Bogotá.
Una buena parte de su producción se ha conservado desconocida o inadvertida en conventos, iglesias y algunas colecciones públicas y privadas. Las áreas de mayor difusión de sus pinturas, que se sepa, están en la ciudad de Bogotá y sus proximidades, en el departamento de Boyacá y en el de Antioquia, caso este último sobre el cual nos dan testimonio los inventarios del patrimonio artístico de varios sitios de ese departamento realizados por la oficina local de Colcultura, labor que ha estado a cargo principalmente de Gustavo Vives Mejía.
La apreciación de la obra de Joaquín Gutiérrez ha sido frecuentemente injusta y desviada por el desconocimiento y superficial investigación de nuestra pintura de los siglos anteriores al presente; igualmente las opiniones negativas o peyorativas obedecen, como en tanto otros casos, a que la crítica se ha apartado del contexto en que fueron producidas nuestras obras plásticas para juzgarlas con parámetros aplicables a unos ámbitos de mayor desarrollo y que por tanto no son equiparables.
Igualmente con algunos análisis superficiales quiere hacérsele casi el artífice de los ornamentados trajes de los personajes que retrata, cuando en realidad simplemente reproduce en su obra los ostentosos atuendos y adornos usados normalmente en el vestuario del momento.
No se ha logrado precisar cuál fue el vehículo o cómo llegó a él la influencia y aprendizaje de las formas y características del rococó, aunque es lógico que el ascenso al trono de España de la dinastía borbónica francesa, al alborear el siglo XVIII, en remplazo de la de los Austria, trajo cambios en la Península y en los dominios de América, de significación tanto ideológica como política, lo mismo que de comportamiento y costumbres, que se afrancesaron invadiéndolo todo.
Acaso la figura casi fantasmal de Banderas haya sido no sólo la del maestro que le trasmitió los conocimientos pictóricos y las formas del XVII, ya que, como vimos, se le tiene por alumno o seguidor de Vásquez, sino el que le introdujo en los nuevos conceptos y tendencias estéticas. Queda pues por atribuir a Gutiérrez o a Banderas el haber asimilado las características de este espíritu nuevo.
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Virgen con el Niño.Oleo atribuido a Joaquín Gutiérrez.40 x 33 cm.Museo de Arte Colonial, Bogotá.
Gutiérrez fue maestro de Pablo Antonio García del Campo, recientemente descubierto como autor también de cuadros de tema religioso, pues se le había conocido solamente como pintor botánico y retratista; su obra, más conocida en este género es el retrato conservado en el Museo de Arte Colonial de Bogotá, del fundador de la Expedición Botánica, el arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora, quien lo escogió como su pintor de cámara, siendo también nombrado como primer delineador de la Flora colombiana desde la iniciación de la Expedición en 1783 por su director, el sabio José Celestino Mutis, con quien había trabajado desde años atrás, aunque García por razones de salud hubo de retirarse a los dos años escasos de su ingreso a ella, habiendo llegado a producir durante este tiempo algo más de cien dibujos botánicos iluminados con sus colores naturales. Debido a la vinculación de García con la Expedición, se consideró en algún momento que Gutiérrez, su maestro, pudo haber colaborado también en la misma, hipótesis hoy descartada luego del completísimo estudio del padre Lorenzo Uribe Uribe relativo a los pintores botánicos, llevado a cabo luego de minuciosa consulta en los archivos de la Expedición, que se conservan en el Jardín Botánico de Madrid, en los cuales no figura el nombre de Joaquín Gutiérrez.
Las primeras pinturas conocidas de Gutiérrez son las ventiseis de la serie de la Vida de San Juan de Dios, contratada con él en 1750 por fray Juan Antonio de Guzmán para la iglesia consagrada al santo en Bogotá, de las cuales sólo hemos podido localizar unas pocas.
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Sagrada Familia con San Juan Bautista y San Agustín.Oleo de Joaquín Gutiérrez.122 x 88 cm.Museo del Chicó, Sociedad de Mejoras y Ornato, Bogotá.
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San José, protector del Monasterio de Avila.Oleo de Joaquín Gutiérrez.211 x 142 cm.Colección privada, Bogotá.
De los cerca de ochenta cuadros de tema religioso hasta el momento identificados, aparte de los anteriormente mencionados, haremos un panorámico recuento para darnos idea de la variedad de temas tratados:
Una Alegoría del convento de las Carmelitas de Bogotá, llamado de San José, en la que aparece el edificio conventual acompañado por unas descomunales figuras de San José, como protector del convento, y de Santa Teresa de Jesús, reformadora del Carmelo, que superan por su altura la edificación.
Santa Teresa pastora, rodeada de ovejas que simbolizan a las religiosas carmelitas que han seguido las reglas del Carmelo reformado.
La Sagrada Familia con San Juan Bautista y San Agustín.
La Virgen y el Niño, en el Museo Arte Colonial de Bogotá, obra hasta hace poco considerada de autoría italiana.
El conocido de la Virgen de la Peña, o mejor, la Sagrada Familia con un Angel, en el que aparecen San José, la Virgen y el Niño ataviados con bicornios dieciochescos.
Varios de San Emigdio, patrono protector contra las destrucciones de los temblores; muchos de San Juan Nepomuceno, modelo de la guarda del sigilo de la confesión; de San Nicolás de Bari, ejemplo de generosidad, personaje que dio lugar a la creación del navideño Santa Claus o Noel.
Un buen número de retratos o imágenes de santos fundadores y fundadoras de las órdenes religiosas existentes entonces en el Nuevo Reino y personalidades distinguidas de estas órdenes.
En cuanto a los retratos, su modalidad más conocida, tiene por lo menos doce de los aludidos de Virreyesdel Nuevo Reino, dos de los Marqueses de San Jorge; cinco a seis del Virrey Solis como fraile franciscano, y una larga lista de rectores del Colegio Mayor del Rosario y de San Bartolomé, oidores y miembros del capítulo metropolitano de Bogotá.
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Lactación de San Cayetano.Oleo de Joaquín Gutiérrez.220 x 136 cm. Iglesia de San Juan de Dios, Bogotá


En estos cuadros se aprecia la finura de su trazo, su precisión de línea, el conocimiento anatómico y el cuidadoso acabado de cada detalle, sin que este afecte su sobriedad, ni caiga en aquel molesto resultado de la pintura que por demasiado trabajada pierde su valor expresivo; poseyó además un desarrollado sentido de lo bello y lo discreto, características que hacen de Gutiérrez en el siglo XVIII lo que fue Vásquez para el XVII, aunque con ello no queremos considerar a ninguno de los dos como superiores a otros pintores de esos siglos, pues la crítica de cada uno debe tener en cuenta diversos puntos de vista y cualidades, sino simplemente afirmar que fueron ellos quienes tuvieron la aceptación general de sus contemporáneos.
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Santa Teresa Pastora.Oleo de Joaquín Gutiérrez.
150.5 x 117 cm.
Colección privada Carmelo, Bogotá.


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San Felipe Benicio 
Oleo de Joaquín Gutiérrez.
63.7 x 47.7 cm.
Museo del Chicó, Sociedad de Mejoras y Ornato, Bogotá.

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